En los fértiles suelos de la República Dominicana se cultiva un fruto que trasciende fronteras: el banano, conocido localmente como “guineo”. Este alimento, además de ser básico en las mesas dominicanas, sustenta una industria que es clave para el empleo, los ingresos y el desarrollo en muchas comunidades rurales. Sin embargo, su crecimiento plantea retos ambientales y sociales que merecen atención.
Panorama visitó la comunidad de Hatillo Palma, ubicada a 219 kilómetros de Santo Domingo. Esta localidad, conocida como la tierra del “Banano y la Ganadería», pertenece al distrito municipal de Guayubín, en la provincia de Montecristi. Allí se explora de cerca la producción de banano y los desafíos que enfrentan los productores de la zona.
En Hatillo Palma, Simeón Ramírez, productor de bananos con más de 50 años de experiencia y director ejecutivo de la Asociación de Agricultores Ramón Antonio Cruz, nos recibió. Esta Asociación lleva el nombre de un destacado agricultor de la región en su honor.
La Asociación fue creada para agrupar a los productores dispersos, optimizando costos y logística en la producción y exportación del banano. Según Ramírez, “no es lo mismo procesar una finca con un centro de acopio que ir de finca en finca recogiendo 40 cajas de diferentes productores. Aquí hay agricultores que producen desde 40 hasta 500 cajas, pero la mayoría son pequeños con menos de 200 cajas”.
En sus inicios, la Asociación llegó a contar con más de 298 productores. Sin embargo, factores como el aumento de costos han provocado que muchos pequeños agricultores abandonen la institución.
“Competimos con países desarrollados que tienen grandes áreas de producción y apoyo gubernamental. Por cada caja producida, reciben hasta un dólar de ayuda, mientras que aquí, además de los altos costos, se paga a Impuestos Internos por cada caja producida”, explicó Ramírez.
Además, los fertilizantes en el país son el doble de costosos que en otras naciones competidoras.
“Esta situación ha hecho que los pequeños agricultores, sin capacidad de generar cierto volumen, desaparezcan, como ocurre en muchos negocios. Por eso, nuestra visión es agruparlos en la Asociación. Esto nos permite comprar insumos al por mayor y ofrecérselos casi al costo, algo que ellos no podrían hacer de manera individual”, expresó.
La industria bananera como una de las principales actividades agrícolas del país
La industria bananera dominicana tiene una larga trayectoria, siendo uno de los cultivos más importantes para la exportación agrícola del país. Su relevancia va más allá del ámbito económico, pues también tiene un impacto social y ambiental significativo.
Producción y características del banano dominicano:
Zonas productoras: Las principales áreas de cultivo se encuentran en el noroeste (provincias como Valverde y Montecristi) y el suroeste (provincias como Azua y Barahona). Estas regiones tienen condiciones climáticas y de suelo favorables para la producción.
Banano orgánico: Más del 50% del banano exportado es orgánico, cultivado sin químicos, lo que ha posicionado al país como líder global en este nicho. La producción orgánica es impulsada por la alta demanda en mercados europeos.
Certificaciones internacionales: Muchos productores cumplen con estándares como GlobalGAP, Fair Trade y Rainforest Alliance, lo que garantiza calidad, sostenibilidad y comercio justo.
La Asociación de Bananeros trabaja para que los productores puedan financiar todo lo necesario para garantizar una buena producción. Esto incluye la adquisición de abonos, fertilizantes, fumigantes y otros insumos esenciales.
El banano dominicano se exporta a diversos mercados internacionales, incluidos destinos como las Islas Turcas y Caicos, entre otros. Sin embargo, el mercado más importante es Europa, con países como Inglaterra, España, Alemania e Italia liderando la demanda. En contraste, en los Estados Unidos predominan los productos de las grandes multinacionales.
Los principales retos que enfrentan los productores de bananos
Simeón Ramírez señaló que ha habido una disminución significativa en el volumen de la producción, especialmente debido al cambio climático y los fenómenos naturales que afectan al país durante gran parte del año.
“Con esta situación del cambio climático, hemos experimentado temperaturas nunca vistas. El banano tiene un rango ambiental específico para desarrollarse de forma óptima, y este año hubo zonas bananeras donde las temperaturas superaron los 37 grados centígrados, lo cual afecta directamente la producción”, aseguró.
Otra de las grandes problemáticas para la producción de banano es la sequía, especialmente las extremas, a las que se suma el elevado costo del combustible.
“Cuando los productores necesitan regar las plantaciones cada 10 días, ahora deben hacerlo cada tres semanas porque no pueden costear el combustible”, apuntó. Además, la llegada de un ácaro invasor está causando graves daños en las plantaciones y diezmando la producción.
La principal problemática que los productores enfrentan en los últimos años son los llamados “reclamos”. Para que el banano llegue en buen estado a su destino, debe mantenerse una cadena de frío rigurosa durante el embarque. Si esta cadena se interrumpe, los productos pueden ser rechazados y el costo recae en los productores debido a negligencias.
“Una caja de 42 libras, por ejemplo, que vendemos a 9 dólares, si se daña en el destino, nos la cobran a 22 dólares. Es decir, si envío 10 cajas y recibo 90 dólares, pero esas cajas presentan daños, termino pagando 220 dólares. Esto ha causado un problema muy serio en la producción de banano, y obviamente los pequeños productores son los primeros en abandonar el negocio”, explicó.
Anteriormente, los productores generaban hasta 400,000 cajas de banano semanalmente. Sin embargo, ahora producen apenas la mitad, lo que ha provocado pérdidas millonarias y una reducción significativa en el número de productores, pasando de 298 a solo 132.
“Como asociación, llegamos a exportar 25 contenedores semanales. El año pasado nos quedamos en 12, y este año estamos por debajo de 11 contenedores, lo que significa una reducción de un 60 % en la producción”, enfatizó.
Otro obstáculo importante es la falta de titulación de tierras agrícolas, lo que impide a muchos pequeños productores acceder a financiamientos. Aunque el Gobierno ha impulsado programas de titulación, aseguran que no son suficientes.
“El Estado debe intervenir de manera más efectiva para resolver este problema, ya que la falta de títulos es un freno para el desarrollo del sector”, advirtió.
Además, hizo un llamado a las autoridades y a la comunidad agrícola para priorizar soluciones sostenibles y adaptarse a las exigencias del mercado.
“El negocio es rentable si se toman las medidas correctas, pero el cambio climático y la falta de apoyo estatal están complicando mucho el panorama”, expresó Ramírez.
Los precios y el rendimiento de la producción de los bananos
Ramírez explicó que el rendimiento de las fincas depende de diversos factores, como la calidad del racimo y el tipo de producción, ya sea orgánica o convencional. Sobre los precios, indicó: “El banano convencional se vende entre 7 y 7.75 dólares por caja, pero el orgánico puede alcanzar entre 8 y 10.30 dólares. Sin embargo, producir banano orgánico es más costoso y demanda un proceso de certificación estricto y sostenible”.
También señaló que las exigencias del mercado internacional complican aún más la comercialización del banano.
“Antes, en los años 90, los bananos se exportaban sueltos en cajas. Ahora todo debe cumplir especificaciones precisas: desde el tamaño de los dedos hasta el peso exacto por racimo. Esto hace que el negocio sea más complejo y costoso para los productores”.
A pesar de estos desafíos, Ramírez afirmó que es posible mejorar la productividad con un manejo técnico adecuado. “Yo, por ejemplo, utilizo sistemas de monitoreo de humedad y fertilización precisa, lo que me permite alcanzar hasta 2 cajas por tarea, muy por encima del promedio nacional”, indicó.
Cómo se lleva a cabo la producción del banano
La producción de banano es un proceso agrícola que combina técnicas tradicionales y modernas para garantizar una cosecha de alta calidad. Visitamos un centro de acopio de bananos para observar cómo se desarrolla este proceso.
Allí nos recibió Ramón Emilio Jiménez, productor de la zona desde hace más de 17 años y encargado del lugar. Nos compartió detalles sobre el complejo trabajo, los desafíos actuales y las medidas implementadas para mantener la productividad en medio de diversas dificultades.
Jiménez explicó el método del tutoreo, que consiste en colocar soportes para evitar que el peso de los racimos dañe las plantas. También habló del proceso de defoliación, que elimina las hojas secas o dañadas para prevenir la propagación de enfermedades.
Además, detalló que, para proteger los racimos, se cubren con bolsas plásticas que los resguardan de plagas, enfermedades y quemaduras solares. En la finca, cada racimo de banano se etiqueta con cintas de colores —como azul, amarillo, gris y rojo— que indican la semana de crecimiento.
Al momento de nuestra visita, los racimos identificados con cintas azules y grises eran seleccionados para corte y recolección. Este sistema permite determinar con precisión cuándo están listos para la cosecha, generalmente entre las semanas 10 y 11.
“Cada cinta representa una semana; esto asegura que cortemos los racimos en el momento ideal,” explicó Jiménez.
Una vez seleccionado el racimo, se corta de manera precisa por encima de la corona, en forma de arco. Luego, los bananos son lavados, clasificados por tamaño y calidad, y separados de aquellos que no son aptos para exportación. Posteriormente, se desinfectan, se les coloca un sello distintivo de la empresa exportadora y son empacados rápidamente para su envío.
Jiménez también señaló los principales retos del cultivo del banano, como el alto costo de los insumos agrícolas, incluyendo fertilizantes y productos para el control de plagas.
Además, el cambio climático ha complicado el manejo del cultivo. “A veces, fenómenos climáticos como los vientos causan pérdidas significativas,” comentó.
Para mitigar los efectos climáticos, han optimizado sus sistemas de riego mediante canales y represas, lo que asegura un suministro adecuado de agua.
“Cuando llueve, almacenamos el agua para irrigar los campos de forma controlada,” explicó Jiménez.
El banano dominicano enfrenta un camino desafiante, marcado por obstáculos climáticos, económicos y sociales. Sin embargo, con el esfuerzo colectivo de asociaciones, productores y el apoyo adecuado, esta industria puede reinventarse para seguir siendo un pilar esencial de la economía rural y un símbolo de calidad en los mercados internacionales. La apuesta por la innovación, la sostenibilidad y la unidad será clave para garantizar su futuro y preservar el legado de generaciones de agricultores.