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El país del “aquí poco pasa”

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Panorama Opinión. Los dominicanos llevan consigo un folklore pintoresco que nos hace muy diferente al común de los mortales, no somos seres superiores en lo absoluto, pero tenemos una capacidad cuasi sobrenatural para reponernos de las adversidades, nuestra empatía y solidaridad cuando nos necesitan están en nuestro ADN, y más cuando es un dominicano que necesita a otro dominicano. En los campos, pueblos de nuestro interior y en nuestros barrios, saben muy bien de lo que hablo, cuando hay un problema, en muchos de los casos el primero que ayuda o auxilia es el vecino.

En tal sentido, yo pudiera afirmar que el dominicano se ha ganado a pulso el calificativo de “raza inmortal”, y es que por más adversidades que nos encontramos en el camino, siempre, siempre, siempre le buscamos la vuelta. Y mientras le buscamos la vuelta a todo; también se la buscamos a las normas, a las leyes y a nuestras obligaciones y deberes. Cuando hablo de buscarle la vuelta a los deberes, no solamente hablo de los ciudadanos comunes y corrientes, sino que nuestras autoridades son los primeros en saltarse sus responsabilidades y su misión sobre sus gobernados.

Una frase del folklore dominicano del que me refería al principio, es esa de “aquí poco pasa”, la cual llevo toda mi vida escuchándola, me la han dicho mis padres, mis tíos, en su dia me la dijeron mis abuelas, porque a mis abuelos, lamentablemente no tuve el gran honor de conocerlos en vida. Ese “aquí poco pasa” retumba en mis oídos, hoy más que ayer. Y es que uno llega a convencerse de que aquí realmente poco pasa.

República Dominicana es un país, donde irse con el semáforo en rojo es un deporte; donde andar en una motocicleta sin casco es un pasatiempo; donde enfermarse es un visado para viajar sin escala hacia la muerte; donde robarse la luz con una conexión amateur es un orgullo; donde los que más construyen las obras y edificaciones son personas que no estudiaron para eso; donde un profesor de escuela es el “ñame” del barrio, que se enganchó a profesor porque no valía para otra cosa. Poco pasa en un país donde los hospitales son ruinas con sus botiquines vacíos; poco pasa donde las autoridades son las primeras en olvidar su misión para con la sociedad que tienen el honor de dirigir. Al ministro de Obras Públicas, Ing. Eduardo Estrella, lamentablemente el país donde “poco pasa” se le convirtió en el país donde mucho pasa; tiene ahora en sus manos tomar el asunto de la inspección de obras ejecutadas y en ejecución, como un compromiso personal, y que este acontecimiento innombrable no vuelva a ocurrir jamás.

En una sociedad poco instruida, donde se mezcla el descuido oficial y la negligencia privada, como esta… ¡Poco pasa!

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