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El Canto del Pastor

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Panorama Opinión. En un reino rodeado de colinas, vivía un joven pastor llamado David. A sus dieciséis años, su habilidad con el arpa era conocida en toda la región. Con sus melodías no solo apaciguaba a su rebaño, sino que también lograba consolar a quienes cargaban con preocupaciones.

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Un día, mientras cuidaba a sus ovejas, un león apareció, acechando a los corderos más vulnerables. Sin vacilar, David tomó su honda y, confiando plenamente en la fuerza que venía de lo alto, enfrentó al animal. Con un lanzamiento preciso, derribó al león. Su valentía se convirtió en un ejemplo para todos, ganándose el apodo de “el pastor valiente”.

Poco tiempo después, el rey Saúl, un hombre atormentado por angustias, escuchó acerca de David y lo llamó a su presencia. Al llegar al palacio, David tocó su arpa y cantó sobre la esperanza, la fe y el poder de Dios. Su música era tan sublime que disipaba la tristeza que consumía al rey, aunque solo fuera temporalmente.

Sin embargo, la prueba más grande de David llegó cuando un gigante llamado Goliat, enemigo del pueblo, desafió a todo el ejército. Nadie se atrevía a enfrentarlo debido a su imponente tamaño y fuerza. Recordando su victoria contra el león y el oso, David se presentó ante el rey y ofreció enfrentarse al gigante.

Con su honda y cinco piedras del río como únicas armas, David avanzó hacia Goliat. Mientras el gigante lo despreciaba y se burlaba, David respondió con determinación:

—No vengo con espadas ni lanzas, sino con el poder del Altísimo.

Con un movimiento rápido y seguro, lanzó una piedra que impactó en la frente del gigante, derribándolo al instante. Esta victoria no solo trajo paz al reino, sino que también enseñó al pueblo que la fe y el coraje pueden vencer cualquier obstáculo.

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Desde ese día, David no fue solo un pastor ni un músico, sino un símbolo de esperanza y valentía, demostrando que incluso el más humilde puede alcanzar lo extraordinario cuando confía plenamente en Dios.

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