La brisa, el ambiente alegre, la música, los regalos, los «aguinaldos», los adornos en las casas y en las principales calles anuncian la festividad más esperada del año: la Navidad.
En las calles se respira el ánimo de las celebraciones navideñas, acompañado de las compras de adornos como bombillitos, árboles de Navidad y nacimientos, elementos tradicionales de estas fiestas decembrinas. Una de estas tradiciones es decorar las casas con los icónicos “charamicos”.
Los charamicos son decoraciones navideñas artesanales hechas de ramas secas y pintadas con colores vivos. Representan una tradición profundamente arraigada en el corazón de los dominicanos, que mezcla creatividad y sostenibilidad, ya que están elaborados con materiales naturales.
Panorama se sumó al espíritu navideño y compartió un día con los artesanos que crean y comercializan este singular y vistoso adorno. Los charamicos, resistentes a la modernidad, siguen ocupando un lugar especial, siendo muy buscados para lograr una decoración excepcional.
Uno de los protagonistas de esta tradición es el artesano Modesto Mejía, conocido como «Nene Charamico», quien tiene su puesto de venta en San Isidro. Modesto nos contó que lleva el arte de los charamicos en la sangre, ya que desde niño aprendió este oficio observando a su familia trabajar con dedicación y creatividad.
«Yo llevo alrededor de 28 años dedicado a la artesanía de los charamicos, porque desde jovencito estoy en esto. Me inicié vendiéndolos en la Churchill», relató el artesano con orgullo.
Modesto explicó que el negocio de los charamicos es estacional y que, en la mayoría de los casos, las ganancias suelen ser limitadas. Sin embargo, este año se muestra optimista, pues ha notado mayor dinamismo, interés y demanda por parte de los clientes, con numerosos pedidos y cotizaciones.
Además de dedicarse a los charamicos en la temporada navideña, Modesto pasa gran parte del año atendiendo su negocio de venta de rubros y vegetales en el mercado de Villa Altagracia, donde reside.
Según reportes periodísticos, el origen de los charamicos como elemento decorativo navideño se remonta a la década de 1970, gracias a Rafael de Jesús, pionero de esta actividad.
En 1979, impulsado por su ingenio y las enseñanzas de su padre, Rafael decidió instalarse en la avenida John F. Kennedy, específicamente en la entrada de la Universidad Pedro Henríquez Ureña (UNPHU).
Con apenas 18 años, transformó una sencilla acción en el sustento de toda su familia.
Lo que comenzó como una iniciativa individual no solo marcó su vida, sino que inspiró a muchas personas a seguir sus pasos, convirtiendo los charamicos en una tradición navideña arraigada y simbólica en República Dominicana.
Reynaldo de Jesús un joven artesano, nos explicó que los charamicos se elaboran de forma manual, en un proceso que puede tomar desde una hora hasta varios días, dependiendo del tamaño y la complejidad del diseño. Para su creación, se utilizan ramas secas de olivo o similares, traídas de Villa Altagracia, el kilómetro 25 y zonas aledañas, las cuales se trenzan y moldean cuidadosamente para darles las formas deseadas.
Este artista comenzó en el oficio de la mano de su padre, con quien comparte el negocio de venta de charamicos en la avenida Winston Churchill, un lugar que, por tradición, es un referente en la comercialización de estas decoraciones. Sus vistosos diseños adornan las aceras, atrayendo a compradores y curiosos.
“Mi papá fue quien me enseñó a tejer las ramas y a hacer los charamicos. Desde entonces, me dedico junto a él a este negocio. Ahora también contamos con ayudantes y nos encargamos tanto de las ventas como de los pedidos”, comentó.
Sobre el proceso de elaboración, explicó que puede tomar entre una hora y hora y media, dependiendo del tamaño: “Primero se comienza desde arriba, rama por rama, formando la punta y tejiendo hasta darle la forma deseada. Se finaliza en la base, que ya está instalada. Luego, para darle color, lo llevamos a una pileta donde aplicamos pintura en tonos vivos como rojo, blanco, verde y dorado, reflejando el espíritu festivo.”
Sin embargo, señaló que este año las ventas han sido más bajas en comparación con el anterior.
“Las ventas están flojas. La mayoría de los clientes prefieren alquilar decoraciones de charamicos para sus eventos en lugar de comprarlas, y eso nos afecta”, explicó.
Cuando no es temporada de charamicos, tanto él como su padre se dedican a vender mesas, sillas, canastas y otros tipos de artesanía rústica, manteniendo su lugar de trabajo en la misma ubicación.
Los charamicos suelen tener formas alusivas a la Navidad, como:
Árboles
Estrellas
Renos
Burros
Nacimientos
También se realizan en tamaños variados, desde pequeñas estrellas hasta árboles de varios pies de altura, adaptándose a todo tipo de espacios y presupuestos.
Una estrella puede costar desde RD$200 en adelante, un burro RD$500, mientras que un árbol de seis pies puede llegar a costar RD$10,000, y uno mediano, alrededor de RD$4,000.
Así lo explicó el señor Cándido Santos quien desde 2010 tiene su puesto de venta de charamicos en la vistosa avenida Winston Churchill. Comentó que su sustento de fin de año depende principalmente de las ventas de estas decoraciones navideñas, aunque también cuenta con su propio negocio de frutas y vegetales en Arroyo Hondo.
“Para fin de año nuestra fuerza está en las ventas de charamicos, pero yo tengo mi negocio de frutas y vegetales en Cuesta Hermosa Primera, en Arroyo Hondo. Cierro ese negocio, al que me dedico casi todo el año y abro este aquí”, agregó.
Del mismo modo, comentó que las ganancias dependen del ritmo de las ventas y auguró un fin de año con máximos ingresos, ya que desde octubre ha tenido mucha actividad, tanto en ventas como en alquileres a mitad de precio para empresas.
Por otro lado, el artesano conocido como «El Jamaquero», quien administra su negocio en el kilómetro 17 de la autopista Duarte, expresó que la situación económica ha afectado las ventas de estos vistosos adornos, atribuyéndolo a la falta de dinero.
“No sé qué está pasando. Se vende, pero muy poco, nada que ver con antes. Si uno pide RD$3,000 por un árbol, se quejan y piden rebajas”, lamentó.
Además de los charamicos, «El Jamaquero» se dedica a la creación de canastas, hamacas, mesas y sillas, actividades que ocupan la mayor parte de su año. “Yo hago canasticas, mesas, sillas y otras cosas”, concluyó.
Más allá de ser un adorno, los charamicos representan la creatividad dominicana y el esfuerzo de los artesanos, quienes transmiten este oficio de generación en generación.
En un mundo cada vez más globalizado, estas piezas mantienen viva la esencia de las tradiciones locales, siendo un recordatorio del valor de lo hecho a mano y del significado de la Navidad como época de unión y alegría.