Como si fuera una película de “Indiana Jones” buscando un tesoro perdido, Panorama se adentró en el centro de la comunidad Los Montones, ubicado en Hato Damas, San Cristóbal, a 28.1 km de Santo Domingo, en búsqueda de las personas que lavan oro aluvial en el río Haina.
El trayecto hacia el río Haina es épico. Hay que atravesar a pies un bosque húmedo, resbaladizo e inhóspito; donde quiera que se levantaba la vista todo era selva, pero al continuar el camino con la lluvia como nuestro acompañante, de lejos se logró apreciar un grupo de personas de escasos recursos dentro del afluente con batea, picos, palas, machetes, cubetas y demás utensilios en manos para comenzar su jornada diaria, en búsqueda de su esperanza dorada.
Cada uno de ellos se traslada desde diferentes puntos de San Cristóbal y Villa Altagracia. Trabajan todos los días, desde que sale el sol hasta que se pone, llueva y truene. Los más adultos tienen toda una vida detrás del oro aluvial que les permite subsistir.
Son las 10 de la mañana de un martes y Belkys Reynoso ya se encuentra en la búsqueda del oro aluvial. Cuenta a Panorama que, desde los siete años, acompañaba a su madre a este mismo lugar. Hoy, con unos 52 años de edad, relata que decidió seguir en esta labor para buscar el sustento de ella y su familia. Pero no todos los días son de suerte, hay algunos en los que no consigue nada, aquellos en los que el río crece y le dificulta el trabajo. Esos días, cuando el caudal aumenta, solo puede trabajar desde la orilla.
A pocos metros se encuentra Albertina, de 65 años, quien ha dedicado 44 años de su vida a este trabajo y todavía continúa utilizando su pico para buscar su sustento diario, al que ahora se suma la meta de comprar una caja de dientes. Le avergüenza no tenerlos y le resulta difícil hablar. Su hijo, Mello, también está en la labor de buscar el diminuto mineral.
La búsqueda de oro aluvial en el suelo del territorio dominicano comenzó después de la llegada de Cristóbal Colón a la isla La Hispaniola en 1492, y en la actualidad persiste en varios ríos que aún arrastran las codiciadas pepitas.
El lavado de oro fue una de las bases de la economía comunitaria dominicana en determinadas regiones durante los siglos de mayor pobreza de la colonia española de Santo Domingo, y continúa en la actualidad.
Mello, padre de 2 hijas a quienes sustenta con este trabajo, afirma que tiene 16 años en este oficio que inicia a las 8 de la mañana y se extiende hasta las 4 o 5 de la tarde, hora que utiliza para intercambiar el material dorado por dinero en efectivo. Aseguró que en algunas ocasiones logra obtener desde RD$5,000 hasta 10,000, aunque hay días que se va con las manos vacías al igual que sus compañeros.
En ese mismo lugar, pero en otro extremo, encontramos a Fernando, quien el día antes de nuestra visita, dijo haber conseguido una importante suma de pepitas que le valió al intercambiarlas la suma de RD$ 4,700. La mañana de este martes volvió motivado para ver si encontraba más.
Relató que ha pasado mucho tiempo lavando oro y que, en varias ocasiones, debido a la necesidad, se vio obligado a buscar otra ocupación. Sin embargo, las pepitas o «jiringones», como él le llama, le han proporcionado mayores ganancias, por lo tanto, optó por dedicarse por completo a extraer el oro aluvial. Afirmó que ha logrado mantener a toda su familia con este trabajo.
El oro aluvial son pequeñas piezas de mineral dorado naturalmente formadas que han sido erosionados y depositados por el agua en ríos y arroyos. Las pepitas pueden variar en tamaño, desde pequeñas partículas hasta piezas más grandes que pueden compararse con el tamaño de un guisante o más grandes. Son altamente valoradas por su pureza y su potencial como fuente de oro para la minería.
Seguimos caminando y en otra parte del río, pero en el caudal más profundo, seis jóvenes se les ve concentrados en la búsqueda del oro. Entre ellos, José Manuel, de unos 30 años, quien se animó a conversar con Panorama.
José Manuel puntualizó que al igual que sus demás compañeros, se dedica a extraer oro desde que era un adolescente. “Yo de esto es que vivo, este es mi trabajo, yo no me le empleo a nadie”, agregó.
También especificó que realiza este trabajo en el día, horario y tiempo que el considere. Además, afirmó que este oficio le genera diariamente entre RD$ 6,000 hasta 10,000 y 15,000 en la comercialización del aluvión.
Al estar gran parte del cauce del río seco, pueden excavar fácilmente en los huecos del afluente, pero se les complica cuando está crecido y profundo, ya que tienen que trabajar en la orilla.
Comienzan utilizando un pico para picar en el hueco y retirar los peñones, las rocas y la tierra hasta alcanzar cierta profundidad.
Después, con una cubeta, eliminan el exceso de agua y con una pala retiran la tierra y arena.
Luego, sacuden una parte de la tierra con una batea de madera redondeada y eliminan el exceso de grava hasta encontrar el oro aluvial, un mineral diminuto.
Este método de extracción del oro se considera el más respetuoso con el medio ambiente como resultado de la reducción del impacto ambiental comparado con la minería subterránea.
Según datos del Ministerio de Energía y Minas, la minería artesanal dominicana está conformada principalmente por larimar, ámbar dominicano y oro aluvial.
Las tres cordilleras del país: Central, Oriental y Septentrional, constituyen la fuente de donde proviene el oro aluvial.
Los españoles descubrieron que los cursos fluviales más ricos en oro surgían de estas cordilleras del territorio dominicano. Entre ellos, los arroyos cercanos a La Mina, en Miches; en el río Bao, en las cercanías de Juncalito y Las Placetas; en los arroyos de Los Ramones y Jicomé, en la cordillera Central, y en el cauce alto del río Haina.
Los causes de los ríos que nacen en estas cordilleras han conformado diversas terrazas con depósitos de grava y arena que en ocasiones contienen oro. Esto se debe a que los depósitos de oro aluvial se forman cuando el caudal de un río atraviesa terrenos previamente enriquecidos con oro.
Según estudios realizados por el Ministerio de Energía y Minas, en el país existe una cantidad considerable de oro aluvial que podría sustentar una industria artesanal de extracción completa y generar un efecto económico significativo en numerosas familias.
Este coincide con la abundancia de depósitos minerales de oro en el país, cuyas exportaciones experimentaron un aumento interanual del 8.41 % en agosto de 2022, alcanzando un total de US$ 1,106.1 millones.
Conforme a los datos de la Dirección General de Aduanas (DGA), el valor exportado durante el período de enero a agosto de 2022 ascendió a US$ 8,490.3 millones.
Este valor representa un crecimiento positivo del 10.4 % en comparación con el mismo período de 2021 y del 28.8 % a igual período del año 2019, anterior a la pandemia.
En cuanto a los destinos de las exportaciones, Estados Unidos experimentó el mayor crecimiento entre enero y agosto, con un aumento de 329 millones de dólares, lo que equivale a un incremento del 8.38 %.
Hoy en día, de acuerdo con datos presentados por la firma financiera internacional Bloomberg, el precio de la onza de oro cerró hace unas semanas en US$2,357.70 (+0.32%), marcando un máximo histórico en lo que va del 2024, lo que hace que la búsqueda del oro aluvial siga siendo atractiva.