Panorama Nacional.- La Comisión Nacional de Pastoral Penitenciaria de la Conferencia del Episcopado Dominicano (CED), presidida por Monseñor Santiago Rodríguez Rodríguez, Obispo de la Diócesis de San Pedro de Macorís, celebró este martes su última Reunión Ordinaria del año 2024, donde definió su programación nacional para el 2025.
El encuentro, centrado en la evangelización del mundo penitenciario, abordó estrategias para formar conciencia, fortalecer la fe y promover la integración humana de los privados de libertad.
Con miras a consolidar comunidades cristianas solidarias y participativas, la comisión priorizó cinco ejes fundamentales: Prevención del Delito, Tratamiento Penitenciario, Reinserción Social, Víctimas y Familias, y Hermanos Vueltos a Casa.
Durante la reunión, Monseñor Rodríguez destacó el compromiso de la Iglesia Católica como madre y maestra, presente en todas las circunstancias de sus hijos, incluidos los privados de libertad. “Los sacerdotes, diáconos, religiosos y laicos que sirven en este ámbito lo hacen por vocación, respondiendo al llamado intrínseco de su fe cristiana”, expresó.
Entre los objetivos trazados, la comisión enfatizó en la formación sistemática de agentes de Pastoral Penitenciaria y en el diseño de nuevas estrategias de evangelización dirigidas especialmente a la prevención del delito entre niños, adolescentes y jóvenes.
La reunión contó con la participación de destacados representantes de la pastoral, incluyendo al Fray Arístides Jiménez Richardson, Secretario Ejecutivo y Capellán General de Prisiones, junto a capellanes de diversas provincias como Barahona, Puerto Plata, San Francisco de Macorís, Baní y La Vega. También asistieron coordinadores de áreas clave como Rafael Amador Figaris, de Reinserción Social; Carmen Rosario, de Tratamiento Penitenciario; y Yocahira Hernández, Directora de Gestión, entre otros colaboradores.
El cierre del evento reafirmó el compromiso de la Pastoral Penitenciaria de seguir trabajando en favor de la dignidad humana y la integración social, reafirmando la misión de la Iglesia de ser una guía espiritual y promotora de esperanza para todos, especialmente para los más vulnerables.