Panorama Opinión. La Suprema Corte de Justicia emitió un fallo histórico en materia contenciosa administrativa, en contra de una institución de servicio público, rompiendo con la tradición de que el estado no es demandable. La sentencia a favor del señor Félix Julián Encarnación Feliz y en contra del Hospital Traumatológico Ney Arias Lora ha causado alarma en el director del Sistema Nacional de Salud (SNS) y el presidente del Colegio Médico Dominicano (CMD), Waldo Ariel Suero; el primero calificó la sentencia como un “precedente peligroso” y el segundo en el mismo tenor, como un “camino peligroso”.
Que conste no soy abogado, pero como simple ciudadano preocupado por el acontecer social y miembro de la clase desposeída de este país, obligado a utilizar los servicios públicos con todo y sus precariedades, contrario a esas dos eminencias de las ciencias médicas, que se preocupan por lo que le puede costar al estado y al sector privado una lluvia de demandas, por malas prácticas; yo ignorante, veo en la sentencia una pequeña luz, como el parpadeo de una luciérnaga en la oscuridad señalando el camino, hacia lo que temen esos dos señores como el diablo a la cruz, así como otros acostumbrados a servirse del sistema y sus falencias, me refiero a la figura del “Régimen de Consecuencias”.
¿Por qué se preocupa un funcionario de segunda categoría y un sindicalista porque la Suprema Corte, que es una entidad para impartir justicia, lo haga a favor de un ciudadano común afectado por una mala práctica médica? Por la que perdió una pierna o quizás la vida que es lo más valioso ¿Es que los infelices que usan los hospitales públicos no tienen derechos y deben asumir sin consecuencia alguna, las irresponsabilidades del sistema de salud dominicano? Yo contrario a los dos personajes en cuestión saludo y celebro la medida, como un gran paso; porque con la acción del alto tribunal, como de otras que evacua sin cacareo mediático el tribunal constitucional, se está sembrando en el país la semilla del régimen de consecuencias, que es una vez germinada, la que nos ayudará a construir una sociedad más justa y equitativa.
El doctor Mario Lama otrora defensor desde su tribuna en la emisora de la Z101, de los infelices del patio y deshacedor de entuertos sociales, desde que se colocó en la piel del funcionario, renegó de sus proclamas en la radio y ahora ruge alertando sobre el mal precedente social que, según él, afectará las arcas del estado. ¿Son los dineros del estado propiedad de los funcionarios del gobierno? Lo cuidan con tanto celo, cuando se trata de entregar prestaciones laborales a trabajadores públicos, o de acatar sentencias, que indemnicen a descamisados. Pero el revés de esa moneda nos muestra, la gracia y premura con que dilapidan el erario, cuando se trata de complacer a un rico o a una corporación financiera.
El otro individuo, un aguerrido pediatra y defensor de su clase profesional, debe saber que el sindicalismo como tal, contempla derechos, deberes y responsabilidad social, sobre todo cuando se ejerce en una profesión como la médica, con tanta humanidad de por medio. Un buen sindicalista defiende los derechos de sus afiliados, pero entiende que de igual forma le asisten deberes, para con los pacientes a los que les prestan servicios. Pero Waldo Ariel como todos los sindicalistas de este país, solo defienden derechos y su único objetivo es reclamarlos sin importar a quienes afecten; por actitudes como esa, muchos sindicatos carecen de credibilidad ante la opinión pública y no digo que sea el caso del CMD.
¿En qué les afecta a los médicos, a los hospitales o clínicas la aplicación de un justo Régimen de Consecuencias? En primer lugar, mejoraría los servicios públicos y privados a todos los niveles, y eso derivaría en un mejor ambiente laboral para los médicos y enfermeras del sistema de salud; puesto que la figura punitiva pendería sobre el estado y el sector privado no sólo en favor de los pacientes, sino también de los que prestan el servicio. Disminuirían notablemente las malas prácticas y los descuidos médicos, ya que tendrían un costo y en este país muchos prefieren que le rompan la cabeza, más no el saco del dinero, por lo que un justo “Régimen de Consecuencia”, los movería a evitar cualquier descuido o ilícito que perjudique a un ciudadano amparado por derechos constitucionales y hasta la constitución adquiriría organicidad y dejaría de ser un simple pedazo de papel cómo la bautizó un viejo zorro de la política dominicana.
Admiramos e imitamos las sociedades del primer mundo; sin pensar que estas adquirieron ese estatus por la figura del “Régimen de Consecuencia” que impera en esas sociedades, sin eso no lo serían. Pero nos molestamos cuando su sombra blanquea en la superficie oscura de una sociedad mostrenca como la nuestra y a seguidas, los mismo que venden las maravillas del primer mundo, son los primeros que alzan el grito al cielo, cuando hay atisbos de que se imponga en el país el “Régimen de Consecuencia” y que todo ciudadano pague por sus faltas con dinero o cárcel sin importar la condición social, siempre y cuando se le pruebe el pecado, en un juicio libre, oral y contradictorio; llámese estado, persona jurídica o física.
Contrario a su parecer eminencias públicas, el “Régimen de Consecuencia” es una luz en la oscuridad del sistema de salud dominicano y toda la sociedad en general, cuando ese sistema se aplique con la vara robusta de la justicia sobre la espalda de una nación en desorden, la República Dominicana encontrará el camino que la conducirá por el desarrollo humano e integral, que tanto anuncian los que manejan el estado, pero que nunca llega a materializarse. Esperamos que esa pequeña semilla caiga en terreno fértil.