¿Quién ofrece más por mi voto? Un pote de romo y un pica pollo… ¿Quién da más?… ¿Quién ofrece más?… Yo doy 500 pesos… Mil pesos aquí, dos mil… cinco mil…
Hasta 10 y 15 mil pesos, se llegó a pagar en la recién pasada subasta electoral, por un solo voto. Los oficialistas lo compraban en las mismas puertas de los centros de votación y en las narices de la policía electoral, pero contra estos no se puede aplicar la ley, porque el poder es para usarlo, al parecer el PRM lo sabe usar bien y para aplicarlo mejor aprobaron la ley 24-01 que crea el DNI, que como las siglas del SIM cuenta con tres letras. La oposición que siempre compra porque es parte de un esquema que ellos mismos impusieron, esta vez fuera del poder y lejos de los dineros del pueblo, se quedaron cortos de efectivos.
Reportan observadores que escucharon, pregonar a viva voz, la compra de los votos que llenaron las urnas de azul, como si de plátanos en guagua platanera se tratara. ¡A quinientos, pago el voto!, rezongaba el pregón desde motocicletas. El martes, los observadores de la OEA denunciaron la compra de votos por parte de los partidos políticos y la calificaron como un “fenómeno que no solo constituye un delito, sino que socava el libre ejercicio del sufragio y mina la confianza de los votantes en todo el sistema electoral”.
La oposición carente de un gancho, detonante de ilusiones y esperanzas, que atrapara a la población votante, no concitó entusiasmo en la gente, el discurso “mondongo” que esgrimió, requeté manoseado de ¿Quién te subió el arroz? ¿Quién te subió el pollo? No caló y la población harta de tanta verborrea insustancial, que campaña tras campaña repiten una y otra vez, prefirió indiferente, no hacer el coro y se fueron a descansar o a darse unos tragos y dejaron los centros de votación vacíos, ante la ausencia de una propuesta fresca y orgánica, pese a que como dicen muchos, las elecciones municipales no concitan entusiasmo, porque el pueblo no aprecia ni tiene idea de, para qué sirve un gobierno municipal, que no sea para hacer ricos a unos cuantos vivos.
Armaron una alianza mostrenca, entre el maco morado y una cacata verde que se odian, donde estuvieron juntos, pero no reburujados, se colocaron zancadillas entre ellos, para que uno no sacará más votos que el otro y en 9 municipios donde unidos pudieron coronar, no ganaron por la falta del apoyo que suscita una real y efectiva alianza electoral, que les hubiese permitido al menos guardar las apariencias ante la apabullante derrota del tsunami azul.
No le quedó de otra, que tragarse una buena dosis de su propio chocolate, al PLD y los de la Fuerza del Pueblo, que en sus 20 años de gobierno estructuraron y consolidaron el sistema electoral del que disfrutamos hoy, ya sin el robo de urnas y los asesinatos del pasado balaguerista que le quitó el PRD de 1978, lo convirtieron en un vulgar mercado y armaron una corporación que a fuerza de billetes y el uso del poder, golpeó a la oposición de entonces, representada por los que hoy ostentan el poder; pero por lo visto, en estas elecciones municipales 2024, los del PRM antes PRD, demostraron que aprendieron bien la lección y el domingo 18 pasado, sacaron al ruedo una mega corporación partidaria, que utilizó el poder para arrodillar a los que antes los habían humillado a fuerza de papeletas.
Los del PRD hoy PRM después de tantos años depresivos en la oposición, observaron y aprendieron de los que hoy se les oponen, y en la compra de votos y usos de los recursos del estado a favor de sus candidatos, rompieron todos los récords, como lo han hecho según sus “estadísticas”, en todos los renglones de la estructura económica y social del país, en el poco tiempo que llevan gobernando y como expertos en maquillaje que son, lo de la alta abstención, mácula que empaña un poco el resonante triunfo electoral, que al principio reflejaba casi un 70 por ciento, como por arte de magia y con ayuda de la JCE, lo redujeron a un 53 por ciento y ya el lunes en la semanal el presidente orondo y lirondo lo colocó en un 47 por ciento, para que este molesto detalle, no reste brillo a los colores del triunfo electoral de la poderosa maquinaria azul. Pese a que la mayoría de los recintos electorales lucieron vacíos y flacos de concurrencia durante las pasadas elecciones.
El daño que el sistema político y de partidos le causa a la sociedad dominicana en contubernio con sectores poderosos, es de lesa patria, carcome la estructura social y aniquila los valores que definen el perfil de una dominicanidad que se diluye en el ácido de la corrupción, hoy tan rampante como exponencialmente perversa.
En cada proceso electoral que se celebra la democracia queda coja, maltrecha y en estado comatoso, los gobiernos que surgen de las contiendas electorales no trabajan para fomentar el desarrollo social y económico del país, solo se esfuerzan por incentivar el crecimiento económico, para que unos pocos nacionales y extranjeros hagan buenos negocios y han convertido a los dominicanos en puros zombis del consumo, a los cuales, para dar un paso hay que pagarle con dineros, porque hace tiempo; pero mucho tiempo, que perdimos la noción del valor del voto, junto al sentido de conciencia ciudadana.
Luego nos quejamos de problemas sociales como los altos niveles de delincuencia, la falta de seguridad, el bajo nivel educativo, la falta de servicios de salud y seguridad social y de tantas otras lacras, que genera, sin dudas, lo arriba expuesto.