Existen múltiples tipos y derivados de sustancias estupefacientes. Algunos de estos curiosos, por su forma, nombre, color e incluso por la manera de consumirlos. Por ejemplo, una de esta clase de drogas ‘diferentes’ es la cocaína rosa, también denominada como ‘tusi’, ‘Nexus’ o ‘Eros. Sustancia que, por su accesibilidad al mercado, precio, sistema de distribución e incluso clase social a la que se suele atribuir su consumo, no se ve con tanta frecuencia en los alijos incautados u operaciones dirigidas.
Hace unos días, leímos acerca de esta droga al ser parte de los elementos encontrados en la escena del crimen de Yenny Carolina Pérez Canelón, una venezolana que presuntamente fue asesinada por Michael Saba, un italo-colombiano residente en el país.
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La fórmula del ‘tusi’ está basada en la composición de la droga LSD, además de sumar una proporción del MDMA. Una combinación de ambas sustancias psicotrópicas que causa efectos alucinógenos, por un lado, y sensación de euforia por otro. Como en la mayor parte de este tipo de drogas, se incrementa la sensación falsa de control y perfeccionamiento de las capacidades, que no es más que un estado de nerviosismo y excitación muy elevado, característico especialmente del ‘tusi’ por su intensidad.
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Se trata de un droga sintética, y aunque el ‘tusi’ también se conoce popularmente como cocaína rosa, poco tiene este que ver con la cocaína ‘blanca’. Tan solo en su forma de polvo. Además, el ‘tusi’ es potencialmente más peligroso por el nivel de adicción que genera, comparado con el de las metanfetaminas. Por otro lado, sus efectos tiene una duración de entre 4 y 8 horas, y a medio plazo puede generar episodios de pánico, ataques de ansiedad, depresión, alteraciones emocionales y despersonalización.
Su nombre químico es 2CB (4-bromo-2,5-dimetoxifeniletilamina). El ‘tusi’ también se caracteriza por su exclusividad, y es que el precio del gramo de esta clase de droga se sitúa en unos 100 euros. Por este motivo, desde su distribución se le atribuye ser dueña de la ‘clase alta’. Su creador fue el químico Alexander Shulgin en 1974. Desde entonces, por su color y las formas en las que suele distribuirse (desde en forma de pastilla hasta simular ositos de golosina) es una de las drogas más singulares.